Este tipo de cáncer deriva de los melanocitos, las células responsables de la coloración de nuestra piel. Por ello, este tipo de lesiones suelen ser lesiones pigmentadas con cambios en su coloración, aspecto, bordes…
El aspecto más negativo del melanoma es su agresividad. Por ello, los márgenes que deben eliminarse junto a la lesión son superiores a los no melanocíticos pudiendo llegar a ser de 2 cm. Por todo, este tipo de lesiones requiere de un buen manejo de los tejidos por parte de su especialista pues es muy importante eliminar la lesión y los tejidos circundantes en su totalidad.
En ocasiones, en función de la profundidad del melanoma estará indicado la biopsia del ganglio centinela para saber si este melanoma ha alcanzado los ganglios linfáticos o no. Esta prueba no es terapéutica pero si diagnóstica para saber ante qué tipo de tumor nos encontramos y poder individualizar mejor el tratamiento y pronóstico.
PREGUNTAS FRECUENTES
Por otro lado, debemos conocer los factores de riesgo habituales asociados al melanoma:
- Edad: aunque puede aparecer en cualquier momento de la vida, es más frecuente en la edad media, entre los 30 y 60 años.
- Sexo: es más frecuente en la mujer aunque cursa con mejor pronóstico.
- Raza y Fenotipo: más frecuente en la raza blanca y en personas de fototipo bajo (piel blanca o pecosa, pelo rubio o pelirrojo, ojos claros y alta sensibilidad a la radiación solar, siempre se queman y nunca se broncean).
- Herencia: aproximadamente 1 de cada 10 personas que padecen melanoma tiene antecedentes familiares del mismo.
- Lunares: el riesgo de aparición de un melanoma está en relación tanto con el nº de nevus (> 50 nevus) así como con sus características (nevus atípicos y nevus congénitos gigantes).
- Radiación solar: aumentan el riesgo de melanoma las exposiciones solares agudas, intermitentes y reiteradas, sobre todo cuando producen quemaduras y se realizan en la infancia o adolescencia. Debemos recordar que nuestra piel tiene memoria, y que las quemaduras de este verano nos pueden ocasionar graves problemas en la piel durante toda la vida.
Como podemos observar, no podemos intervenir en la mayoría de factores, que están relacionados con nuestra herencia genética, sexo o edad. No obstante, es importante que sepamos valorar si cumplimos con ellos, con el fin de acudir con mayor asiduidad a las revisiones dermatológicas. En cualquier caso, hay un factor determinante que sí que podemos controlar: la exposición al sol.
En esta época estival, es fundamental que tomemos conciencia sobre la importancia de protegernos del sol de las formas que todos sabemos. Sobre todo, debemos evitar la exposición directa en las horas centrales del día y debemos utilizar cremas protectoras con factor solar alto (las cremas con factor bajo o las lociones bronceadoras no tienen ningún efecto protector).
Los factores de riesgo para el melanoma incluyen una historia personal de muchos lunares (más de 25), lunares grandes (mayores de 6 mm o del tamaño de un borrador de lápiz), lunares atípicos o de aspecto inusual, piel clara, antecedentes familiares de melanoma, exposición intensa al sol con quemaduras solares como niño o adulto, uso de bronceado y sensibilidad al sol.Si tiene factores de riesgo para el melanoma, minimice el riesgo protegiendo su piel del sol, realizando exámenes de piel y haciendo visitas regulares con un especialista.
A diferencia de la mayoría de las vacunas, que se administran para prevenir enfermedades contagiosas como el sarampión o la varicela, la vacuna contra el melanoma está diseñada para pacientes con melanoma en estadio avanzado. Después de la cirugía, a los pacientes se les da la vacuna para aumentar la defensa de su sistema inmune contra cualquier célula cancerosa residual en el cuerpo. Las vacunas todavía son experimentales y no han sido aprobadas por la FDA y el ANMAT.
Se están realizando ensayos clínicos utilizando vacunas y otras formas de terapia biológica, incluyendo interferón, citoquinas y anticuerpos monoclonales.